CUNA. Estructura de madera intervenida con bombillas halógenas
Cuna

2013
Estructura de madera intervenida con bombillas halógenas
100 x 80 x 100 cm.
CUNA. Estructura de madera intervenida con bombillas halógenas

Cuna

2013
Estructura de madera intervenida con bombillas halógenas
100 x 80 x 100 cm.


CUNA. Estructura de madera intervenida con bombillas halógenas
CUNA. Estructura de madera intervenida con bombillas halógenas
CUNA. Estructura de madera intervenida con bombillas halógenas
CUNA. Estructura de madera intervenida con bombillas halógenas

CUNA


2013
Estructura de madera intervenida con bombillas halógenas
100 x 80 x 100 cm.

Al servicio de Lombroso, quien estableció la tesis de que el criminal nace delincuente, la familia Fortunato quiso abolir esta teoría teniendo como precedente su gran linaje de relucientes robos, y fue así cómo decidieron demostrarle al mundo el rigor, la competencia y honestidad que podrían fecundar bajo un nuevo integrante de la familia.

Cabe aclarar que les Fortunato se caracterizaban por ser longevos. La abuela aún podía contar historias sobre la llegada de la luz eléctrica porque ella fue una de las primeras personas en verla. Podría pensarse que este era el origen de la fascinación en les Fortunato, el querer obtener todo cuerpo brillante. Aunque la opinión de la abuela era que el esplendor eléctrico del invento siempre ocultaría el brillo de las estrellas, y que la luz artificial chocaría todas las noches con la fantástica inmensidad del universo. Según ella, las personas perderían la humildad y con ella, la razón.

Decidieron hurtar la razón.

Pasaron a enfrentar cosas nuevas. La idea de desvalijar una teoría según la cual ellos, como familia de estafadores, nacían predestinados a ser ladrones.

La oportunidad llegaría con un nuevo integrante de la familia.

Les Fortunato emplearon el método más privativo para disuadir la teoría de Lombroso: consideraron la cuna como un elemento que conduce al sueño, y, a la luz cómo la energía que invade la vista. Uniendo estos elementos generaron una temperatura y luminosidad perfecta para blanquear los ojos del infante. Un Fortunato cegado ante todo destello que pudiera hurtar.

Con ello, aseguraban la invalidez de los estudios de Lombroso y sus discípulos.

Pero, sin pensarlo, la opacidad se sentó ante la familia Fortunato. Al momento de enchufar la cuna se fundieron los ojos del infante y ellos, esclarecidos por la incesante luz, vaciaron sus ojos del imponderable blanco que los dirigía hacía la nada. Terminaron ahogados por la luminiscencia y sabiendo que, al final de sus miradas, la oscuridad no discutirá.

Finalmente sus pupilas estaban tan encandiladas ante el cuerpo más reluciente que sólo se limitaron a entrecerrar los ojos y no volver a verse.