OBJETOS QUE GERMINAN PALABRAS




Textos escritos por Irene Ballester Buigues, Doctora en Historia del Arte y curadora, Marzo 2020



Salario, 2017

La palabra Salario, la cual deriva del latín salarium significa “pago de sal” o “por la sal”, término que procede del Imperio Romano, el cual objetualiza el pago y da presencia a nuestro trabajo remunerado. La sal, ese bien preciado desde la Antigüedad, pues bien valía su peso en oro, era utilizada para conservar los alimentos. Por ello es que la sal fue usada para ser un producto de comercio por las poblaciones indígenas del actual territorio colombiano, especialmente las ubicadas entre la zona del caribe, pasando por el río Magdalena y llegando al interior del país. Sonnia Yepez realiza la obra Salario con lingotes de sal prensada, pues quien poseía la sal, poseía la riqueza, al igual que la poseían los muiscas por comercializarla. En la actualidad la palabra salario remunera o pone cantidad económica a nuestro trabajo. El salario, recibido a través de dinero, debe ser digno, pues así es recogido como uno de los derechos humanos para hombres y para mujeres. La vulneración de este derecho todavía es una práctica constante en el mundo capitalista y globalizado, una vulneración basada en condiciones de sexo y de género que perpetúa una brecha salarial, acentuada por el trabajo a tiempo parcial que tiene rostro de mujer.

Lazos, 2019

El cabello está adscrito al género femenino, además de ser un elemento fetichista cargado de sensualidad para la mirada masculina. También ha sido un elemento sobre el que ejercer control en el cuerpo de las mujeres, sinónimo de pecado y propiedad para diversas religiones. Sonnia Yepez lo utiliza para crear una soga, una herramienta empleada con la utilización de la fuerza, la misma con la que muchos cabellos femeninos han sido cortados para ser robados y posteriormente vendidos en el mal llamado primer mundo. La soga ejerce violencia sobre los cuerpos, ata u oprime. Además, controla los cuerpos femeninos que ejercen su libertad en el espacio público, subvirtiendo el orden patriarcal de dominación masculina, por lo que raparle el cabello a una mujer, supone marcarla y despojarla de su feminidad por castigo o culpa. Es un escarnio público de carácter moralizador en base al género, el cual implica violencia y al que tantas mujeres, sospechosas de brujería, fueron sometidas.

Cuna, 2013

La cuna es la cama pequeña que nos alberga tras nuestro nacimiento, un espacio de protección, similar a los brazos de quien nos ha parido. Es el lugar donde se producen las primeras miradas con nuestra madre y nuestro padre, los lloros, las sonrisas y también las alegrías. Observarla es regresar a nuestra más tierna infancia y a nuestros primeros recuerdos. Una cuna es sinónimo de maternidad, alegría, dulzura, pero no siempre es así. Sonnia Yepez la recrea para recordar su infancia y la relación con sus progenitores, pero combinando diferentes materiales y luces, aparentemente opuestos, las cuales ciegan a quien la mira, al igual que son deslumbrados los insectos atraídos por los insectocutores utilizados de barrotes. La luz nos permite ver la maternidad desde la lejanía y cuestionar el deber impuesto, para ser ejercida como una decisión libre. Según la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (Limpal Colombia), cincuenta y cinco niñas adolescentes, son violadas cada día, mientras en Colombia, la legalidad del aborto se encuentra estancada y sometido a la clandestinidad.

Chibalete, 2018

El chibalete, término que procede del francés chevalet, es un armazón de madera, el cual alberga las cajas de signos tipográficos, cuyas letras, hechas de grafito comprimido, fueron utilizadas para componer las palabras, principalmente en tipografía helvética. El chibalete es un mueble, similar a un pupitre, relacionado con la imprenta, el lenguaje y la comunicación. Es un objeto que huele a madera, papel y tinta, propio de épocas pasadas y de un arte casi desaparecido, además de ser una herramienta de comunicación del siglo XIX, que dejó de tener uso tras la aparición de las máquinas de escribir. Para Sonnia Yepez, las palabras conforman el lenguaje, y el lenguaje, la comunicación, a través de un arte de expresar sentimientos mediante la grafía, inmerso en tiempos de estertor. El chibalete, junto con la máquina de escribir fueron vehículos para transmitir y comunicar conocimientos, amores, deseos y odios. Sus avances, suscritos a la era virtual, progresan como el lenguaje, a veces a una mayor velocidad que nuestra sociedad, la misma que parece haber olvidado el oficio de escribir, el único que nos relaciona con la realidad. Y uno de esos avances, es la posibilidad de vernos reflejadas en las palabras. Es por eso que el lenguaje inclusivo nos nombra, porque si no, no existimos.